Cualquiera debería tener la capacidad y la hombría – y por qué no mujería -, de aceptar que de todas las ideas ningunas son suyas propiamente pero que sí puede usarlas como si las fueran porque de lo que se trata, de lo que se debería tratar, es de poner a rodar y caminar todas las ideas y los pensamientos para que éstos lleguen allá donde se desea. Cómo es que sentimos o nos hacen sentir que el pensamiento (que nunca es individual) debe ir casi firmado como que es un hecho o acta de propiedad.
La mayoría de mis ideas, de mis pensamientos y creencias parten de lo que otros – y a su vez otros y otros más -, dejan caer desde el fondo de la memoria para que se hagan infinitas a razón de cuantas otras opiniones e ideas nacen de ahí, de la primera idea que tampoco fue la primera porque a su vez ésta nació de otra y otras que estuvieron antes y así hasta el infinito.
Al final nada es nuestro sino que todo es de todos. El ego humano, y de manera especial el de escritor, es su propia tumba, su propia muerte como instrumento del que nunca podrá separarse. Un escritor que no deje escapar – le guste o no el término – su pensamiento, sus ideas o sus letras de papel es y será siempre un Ser prisionero y que además ejerce de propio carcelero: acabará ahorcándose cualquier amanecer o al final de cada atardecer.
Quizás el poeta, el poeta de verdad teniéndose como tal aquel que aspira y llega a ser un denunciador de lo que ve a piel de calle en la sociedad, es en realidad el más libre y austero de los escribientes porque incluso hasta los novelistas – y me refiero más que nada a los grandes novelistas de temas profundos y serios -, no dejan de escribir y plasmar en todas y cada una de esas sus novelas una parte íntima de sí mismos, es como querer dejar una parte de sus vidas ahí y entre esas hojas para la posteridad pero que resulta que entonces y al mismo tiempo lo que en realidad dejan no es eso que creen “suyo” en exclusiva sino trocitos de vidas e ideas que ha ido recogiendo de unos y de otros y que es lo que en verdad nos hace “ser” de una u otra manera. Somos, nos guste o no, el resultado de las ideas de los otros, de muchos otros. Eso es lo que somos.
Manuel, África.