Con motivo del asesinato (no muerte como dijeron algunos medios de comunicación) de una niña víctima de la violencia organizada en Colombia me vino a la memoria este otro artículo escrito por los mismos motivos hace ya muchos años. Lo peor ocurre en lo escondido.
Manuel, África.
He escuchado y visto en distintos medios de comunicación de España y Francia esa tragedia, una más, que ha conmovido más aún si cabe a la sociedad colombiana y que ha sido el asesinato del bebé Luis Santiago.
¿Más dolor?, ¿ cabe aún más dolor? ¿ quiénes son ésos que están detrás de esa fábrica de producir dolor, miedo, rabia, impotencia, desesperación, desesperanza...? Leyendo las opiniones que en un foro de Eltiempo.com, periódico colombiano que me ha mandado una compañera, veo y observo el embrutecimiento de una sociedad que ya acostumbrada al terror de cuatro décadas de guerra de todos contra todos sólo piden más represión, más terror, más castigo para el culpable sin apenas a pararse a reflexionar en qué sociedad todos están ya inmersos.
Es delicado incluso opinar en momentos como éstos pues las interpretaciones de cada cual pueden ser entendidas de distintas maneras, pero yo digo: ¿sólo es y son culpables personas como ése padre asesino? ; ¿ y qué hay de quienes han creado esa fábrica de terror ? ¿cómo así que están ahí libres de toda culpa de toda responsabilidad social, incluso impunes ?. Deberíamos mirar más arriba, más lejos y pensar qué se saca de condenar y lamentar ése asesinato si al mismo tiempo seguimos en la misma actitud de no hacer nada contra quienes sí son los responsables de tanto odio, de tanto crimen dentro de otros crímenes, de tanta injusticia.
Para Luis Santiago y su familia, sus amigos y sus conocidos no existe en esa sociedad de terror eso que tan manido damos a llamar Derechos Humanos; ¿ qué es éso ? Ellos todos son víctimas de la discriminación, de la intolerancia, del racismo e incluso de la explotación que una casta política ha creado y de la que parece ser disfruta por el provecho que de ella saca, provecho que les viene del miedo y la impotencia que significa saber que nadie les va a defender nunca, es, pienso, una guerra dentro de muchas guerras; es el triste precio que pienso que han de pagar ellos, los Desheredados de la Tierra, de cualquier tierra o país.
La muerte de Luis Santiago es una más que apenas sólo sirve para algo tan triste y lamentable como el hacernos olvidar a Enmanuel y otros tantos millones de niños y no tan niños que mueren y/ o son explotados hasta el no va más en un país que ya no se sabe a dónde lo dirigen. ¡¡ qué pena da todo éso !!
Hendaya, Francia.
Manuel Meneses.
10 de octubre de 2008