
En las orillas verticales de la luna
yace el poeta
cuando el atardecer de la amapola
besa el vaho cristalino
junto a la noria.
Es crepúsculo en los ojos
de su amada...viento y lluvia
que parece dormir
en la timidez de la aurora.
Hay ecos azules en el inmenso estío
que coronan sus sueños...fragancia matinal,
diluvio de azucenas encerradas en la sombra
de un fagot.
Todo es lluvia, todo es silencio
pupulando en las náyades del mar.
Las tardes silenciosas tornan a perfumar
los alisios del poeta,
allá en los oscuros ángulos
donde llueven cipreses errantes
y la voz parece copular
raíces de ansiedad.
El poeta nunca muere,
el poeta lava sus manos
en el acuario del silencio
allí donde nacen otras miradas
y otros labios encienden
las argentas amapolas de la vida.
Última edición por Omar Céspedes Catalán el 10/9/2016, 03:31, editado 1 vez