Aguda es la súplica, que se eleva al infinito
por trascender el umbral inalcanzable
de las ventanas insondables del cielo.
Mientras rebusco en los intimos rincones
ideas impregandas de silencios virtuosos,
imploro a los centinelas celestiales
no cierren portales ni ventanas.
Acompañan mi súplica haciendo garavatos
lágrimas de esperanza en viva fé
por formular con mesura el petitorio.
Mi alma permutada, ruega rebajas épicas
por alcanzar porciones del cielo
de dos plazas con ventana al paraiso.
Estaria feliz al rebasar
los precios imberbes
de los lotes perpetuos.