OLVIDO DE OQUEDADES
Se cerró para siempre el libro del amor
la muerte le puso coronas
de tulipanes negros y estrellas apagadas.
Después de tantos días de amarnos
nuestro amaneceres se quedaron en tinieblas
los sueños se quedaron silenciados,
las nostalgias vuelan torturadas,
las espinas acosan con saña y derroche.
Nada quedó del gran amor que nos juramos,
me duele verte envuelta en las cenizas…
Atrás quedó el jadeo de tu pecho divino,
tus orgasmos de niña temerosa,
las ojeras de la luna, cómplice y testigo.
Hiere el recuerdo de aquellas caricias clandestinas,
duele esta tumba desnuda de ternuras.
Nos dijimos adiós y me he quedado solo
con ganas de seguir amándote
y exiliarme en mi isla de oquedades,
en una batalla por siempre perdida.
Ahora sólo queda fingir que te he olvidado.
