Simplemente, destrozado, pero sin saber, del todo bien,
cómo se hace a sí mismo, un cuerpo, fundamentado
en el aliento de vida, que impregna, de habitantes, al mundo.
Si yo surgí de la maleza, en el monte, y soy hijo de la Naturaleza,
¿Por qué me implico, en los achuchones del metro, subterráneo,
de la gran ciudad? Valgo para todos los días del calendario,
más algunas noches de luna llena, y me contemplo, harto y bien servido,
como un rey, sin parangón o paradigma y ejemplo a seguir:
El que la sigue, la consigue. Es un carisma de jefe de tribu,
pero seguimos estando acá, más acá, muy aquí. Pululamos,
encima de un planeta del Universo, y pensamos que podemos mentir.
Sin que nos crezca la nariz. Y al sentido común damos un portazo,
para alucinar, en colores, y que esa locura nos lleve Más Allá.
Preguntando al farmacéutico, al chamán, al entrenador, al profesor...
Simplemente, torpes. Porque no supimos diseñar el ADN,
y nos reproducimos, un poquito, confiando en la pareja.
Apoyados en las escenas eróticas, que son columnas enormes.
Son bendiciones sin límites, que se recorren en un momento.
Ah, ya, me voy. Ya, me doy: ¡Me rindo! Otro día, un poco más.
Y, con todo, todavía, pretendo ayudar al prójimo...
Si la piedra filosofal está más escondida que un volcán...
Y, quien la recibe, se quema. ¿Por qué tanta sabiduría, en tanta ferocidad?